dimecres, 10 de març del 2021

Reseña de «El camino de los reyes», de Brandon Sanderson (1ª entrega de la saga «El archivo de las tormentas»)




¡Hola, bibliómanos! ¿Qué tal? Hoy me paso por aquí a hablaros sobre la saga de fantasía épica que está en boca de todos: “El archivo de las tormentas”, de Brandon Sanderson; más concretamente, el primer tomo, titulado “El camino de los reyes”. Os adelanto que ha sido una lectura muy fructuosa, y que voy a explayarme un poco más de lo habitual por diversos motivos; entre ellos, por la magnitud de la obra (alrededor de 1200 págs.) y por la notoriedad que ha adquirido. Antes de continuar, sin embargo, quiero mencionar a @dragoneslibrosyalgomas , a quien le agradezco haber aceptado organizar la LC conmigo; yo lo he disfrutado muchísimo. Pero, venga. ¡Vamos allá!
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SINOPSIS: En las tierras de Roshar, vivir significa sobrevivir a las constantes «altas tormentas»: son tormentas con el poder de infundir las gemas y piedras preciosas de una misteriosa luz, la cual se utiliza como principal fuente de energía en todas partes; son tormentas, además, muy recurrentes y temidas, tanto que el paso de una de ellas se aprovecha incluso para infligir ciertos tipos de castigos. Y es en este mundo donde Kaladin, guerrero de ejército, tendrá que soportar los reveses de la vida y descubrir si el esfuerzo y los ideales tienen su recompensa; donde Shallan, hija de la aristocracia, buscará a la erudita más renombrada y controvertida del momento para descubrir que nada –absolutamente nada– es tan sencillo como parece; donde Dalinar, célebre guerrero, luchará por intentar demostrarse que el honor y la justicia deben contemplarse todavía.
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OPINIÓN: Huelga decir que la sinopsis anterior está centrada únicamente en dos o tres puntos fundamentales del libro, pero que, como extensión de éste puede sugerir, deja de lado demasiados aspectos y personajes no menos importantes que los anteriores. Así pues, voy a comenzar por lo que no me ha gustado.
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Debo confesar que la narrativa de la obra no es rápida, y que personalmente, tras el análisis que he podido hacer tras leer sólo esta primera entrega de la saga, pienso que el libro podría haber estado igual de bien o mejor quitándole lo que yo llamo… “hojarasca”. 
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Cuidado: por una parte, que considere que podría haber estado escrito en bastantes menos páginas no significa que mi opinión sea negativa (al menos no en conjunto): soy de ese tipo de lectores que aprecia –de la escritura clásica, por ejemplo– que la historia no ofrezca sólo lo esencial, que opina que no todo tiene que ser acción y que el worldbuilding tiene que tener su peso, que los intermedios y las transiciones pueden aportar mucho. Pese a todo, en este libro en concreto he notado que había muchas cosas que me sobraban –para mi gusto, repito–, porque no aportan exactamente nada o repiten contenido sin necesidad. Posponer la trama, a fin de cuentas, tiene que tener un motivo.
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Por otra parte, adentrándonos ahora en la influencia de las expectativas frente a la obra, querría subrayar que quizá la opinión pública general haya obrado en detrimento en mi lectura. Como ocurre muchas veces, las reseñas de los lectores de consumo rápido y simple, también de gente que ni siquiera ha leído o comprendido el libro y lo alaban igualmente y, sobre todo, el autobombo de las editoriales y las tiendas, todo esto hace que el producto parezca menos bueno de lo que es en realidad; es un flaco favor que le hacen a muchas lecturas, y me parece que “El camino de los reyes” es una de esas víctimas. En otras palabras: me parece un libro genial, con un mérito asombroso, de los de nota excelente, pero no hasta el punto que lo pintan algunos ni de una calidad impecable como nos lo están vendiendo.
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Lo anterior, según los gustos y el punto de vista, lo podrán observar los lectores que hagan un análisis narratológico; del mismo modo, los que entiendan de ortotipografía encontrarán enseguida bastantes errores, también gramaticales. Sí. Es otro ejemplo de cómo una editorial puede manchar y ensuciar un buen libro. Como suele ocurrirme –porque no he consultado la edición original en inglés ni tengo tantos conocimientos para hablar de esto con propiedad–, no sé si es la traducción la que comete estos errores o esto viene del propio autor y el texto original. Pero lo dudo; autores como Sanderson suelen ser genios de la escritura que controlan brillantemente la gramática y todos los otros temas de redacción. En este sentido, no voy a adentrarme en cuestiones de traducción, confrontando original y versión, pero los entendidos en esto también se están quejando sobremanera; si se quieren ver comentarios y opiniones al respecto, basta con leer las reseñas de Amazon.
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Resumiendo: Sanderson es un genio, pero no perfecto, y aunque ahora hablaré de lo positivo (que excede, sin duda, a lo negativo), no podría terminar este apartado sin manifestar, primero, que obras del mismo autor, como la primera entrega de “Nacidos de la bruma”, están mejor construidas, desde el punto de vista narratológico y desde mi humana –imperfecta– opinión (aunque “El camino de los reyes me ha gustado más, pero por otros motivos); después, quiero reivindicar, como de costumbre, que los buenos autores y las buenas obras no deben compararse y mucho menos venderse diciendo que unos son herederos de otros en el pódium literario: la comparaciones son odiosas, máxime en este ámbito.
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Me atrevería a decir que Sanderson tiene de parecido con G. R. R. Martin poco más que un poco de trama política –sólo un poco en el caso de “El camino de los reyes”, y de forma menos profunda– y el hecho de escribir fantasía –lo cual, ya “per se”, comporta que ciertos elementos y componentes narrativos terminen siendo similares y característicos del género, de los que es difícil salirse por causas obvias y que incluso sería absurdo y hasta ilógico que no estuvieran presentes. Sanderson tiene su propio estilo, bastante diferenciado en lo posible de Martin, Abercrombie o Rothfuss. Pero, como dice Ende, eso es otra historia, y ya habrá momento para contarla.
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Lo positivo. ¡Sí! ¡Por supuesto! En una sola palabra: mucho. El autor, pese a todos los peros, ha creado una obra excelente. Insisto en que a mí me ha hecho disfrutar como he hecho con pocas lecturas a lo largo de año y medio aproximadamente. La trama no es fácil al principio, y no es simple en ningún momento. A ver si me explico bien: es una trama coral, por ejemplo, pues se nos habla de diferentes personajes, cuyos caminos y pantallas que los muestran están apartadas –los hilos que las entretejen los descubrirá ya el lector en esta primera entrega–. Todo esto, sin embargo, está muy bien hecho: hay intriga y deleite por diversas partes, lo cual es de agradecer. Es literatura para adultos, claro. La maestría de Sanderson para ir dejando migas con las que nos reencontraremos e ir soltando a cuentagotas pequeñas joyitas que poco a poco iluminarán el camino es divina.
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El “worbuiliding” es tremendo y elogiable: parece sencillo a primera vista, en el sentido de que al principio me daba la sensación de que la gama cromática de escenarios y personajes se movía entre pocos colores y todo era muy similar y llano; pero paulatinamente se van descubriendo matices, sin parar, y el ritmo acelera. Que todo avance a fuego lento pero vaya cogiendo hervor es enriquecedor: se puede saborear una evolución muy grata. Un aspecto fundamental es el relativo con los “sprens”. Es de lo que más se habla en las conversaciones entre lectores de la obra y algo que no falta en ninguna reseña, porque sorprende, y porque cautiva. Son muy originales, especialmente cuando se descubre todo lo que los envuelve. La magia y lo sobrenatural, en general, queda difuminada entre lo cotidiano y lo objetivo, y le aporta al libro apostura.
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Se nos presentan asimismo diferentes razas equiparables a los humanos: los parshendi son los que destacan. Los parshendi son humanoides inteligentes, hasta el punto de mantener a raya a los hombres y aguantarles la disputa por las anheladas gemas de ciertas criaturas crustáceas; los parshendi tienen ellos mismos una cultura bien distinguida de la humana, con sus propias costumbres, lenguaje, armamento, etc. Con ello llegamos a la variedad de facetas de la naturaleza en “El camino de los reyes”: todo el mundo, literalmente, se ha tenido que adaptar al clima de las altas tormentas mencionadas en la sinopsis; así, por nombrar algo, las plantas han desarrollado un mecanismo de protección frente al viento de las tormentas o el contacto cercano de los cuerpos físicos (cuando pasa un carro cerca de ellas, por lo común se retrotraen y se ocultan en sus caparazones).
Imagen tomada de www.encrucijadadelibros.blogspot.com
El conflicto de la trama, pues, pasa desde la guerra de los humanos con los parhendi hasta la sumisión de los parshmenios (parientes de los parhsendi) como esclavos dóciles y obedientes, desde la lucha contra uno mismo hasta el enfrentamiento con las costumbres. Dalinar, en este sentido, es mi personaje favorito, porque su conflicto interior y el conflicto que libra contra el pensamiento social me parece impresionante. La filosofía y la ética, así, son dos de las fortalezas del libro; la retórica es otra.