Es un recuerdo difuso, quizá lo imaginé más tarde, pero tan largo como tengo
memoria está ahí, presente:
Yo no elegí venir al mundo, me
obligaron.
El primer sentimiento fue de espanto.
.- No, otra vez no,
-recuerdo que pensé-
Y desde ese momento hasta la efectiva aplicación de la
sentencia me comporté sin duda de forma innoble y rastrera.
Lloré, grité y
pataleé. Me quejé, prometí, juré. Interpuse todo lo que se me ocurrió. Me cagué.
Sin duda me cagué. A todos los llené de mocos y pipí.
No recuerdo nada de
eso; no me importaba; me daba igual cubrirlo de mierda todo.
Fue el más
pánico terror que he sentido nunca, así lo recuerdo, y voy para
cincuenta.
Me forzaron.
No hubo forma de escaparse.
¿Dónde
estaba?
.- No lo sé.
¿Por que me forzaron?
.- No lo sé.
¿Quién lo
hizo?
.- No lo sé.
Pero sé de qué tenía miedo:
De lo más terrible que
pudiera pasarme.
Ahora no me parece tan terrible, pero entonces sí.
Era
horroroso:
Tenía miedo de esto.
Me forzaron. Un gigante inflexible me
obligó a pasar por el aro; por su aro. Yo no pude hacer nada para
evitarlo.
Todo lo que ofrecí fue inútil, todo lo que intenté interponer fue
inútil.
Y así me rebajé por nada.
Y pareció más justa la
sentencia.
¿Por qué os cuento esto, tan banal, tan frecuente, tan sin
importancia ya?
Por que yo, por lo mucho que me rebajé, por la intensidad de
mi autocompasión, que debió causarles verguenza ajena, tuve derecho a un trato
de favor.
Me ofrecieron, para que no me rebajara más, como un regalito
especial, como una consolación.
Y este caramelo, que me hizo suspender el
llanto, de asombro y curiosidad, modificaba un poco el espanto absoluto de venir
aquí, dándole, cómo decirlo... un carácter festivo.
Por eso sin duda nací en
Valencia, entre petardos y tormentas.
Me prometieron, para que fuera algo más
digno, para que estuviera calladito (tapaos bien los ojos, gentes tiernas, o
cambiaos a un blog vegetariano).
Me prometieron que vería el fin del
mundo.
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By Huelladeperro [cf. blog del autor: http://huelladeperro.blogspot.com.es/2006_08_01_archive.html]
dilluns, 23 d’abril del 2012
Huelladeperro, "La sentencia"
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